Un capricho viene a ser algo que, sin saber muy bien porque,
se te antoja de repente y pasa a ser tu única prioridad. Es algo que no atiende
a razones, algo irracional. Es un capricho. Algo que te puede pasar. Explico
esto porque me encapriché de la novia un buen amigo y no creo que fuese mi
culpa. Desde el momento en que me la presentaron supe que no era una chica más.
No hablo de físico, hablo de algo que sabes que esta ahí pero que no sabes a
donde mirar para buscarlo. Solo nos dijimos “hola” pero yo ya era suyo. Supe
mantener la calma durante un tiempo pero un día, meses después, mi amigo me
contó que las cosas entre ellos no iban nada bien (no me especificó las
razones) y que probablemente esa relación estuviese en las últimas. Reconozco
que desde ese día estuve esperando como un loco a que lo dejasen para intentar
algo con ella. Compartí todo esto con mis colegas y hubo unanimidad en que ni
se me ocurriera. Me dijeron que no tenía sentido. Que era seguro que iba a
perder un colega y que nadie me aseguraba que lo mío con esa chica fuese a
funcionar. Visto así, si que me pareció una mala idea. Y llegó el día en que me
enteré que lo habían dejado. Entonces pensé que también existía la posibilidad de
que esa mujer fuese la persona a la que he estado esperando toda mi vida. ¿No
debería arriesgar una amistad (una de tantas) por la posibilidad de conocer a
la chica perfecta? Mis amigos seguían diciéndome que era un error. Que ninguna
pareja esta predeterminada, que las parejas se hacen, y que sería muy egoísta por
mi parte, sabiendo la de peces que hay en el mar, querer intentarlo con la
ex-novia de un amigo. El tiempo pasó y mi atracción hacia ella fue
intensificándose. La deseaba de verdad pero no sabía como contárselo a mi amigo.
Estaba convencido de que no lo iba a entender, ya que yo no la conocía de nada,
exceptuando un par de minutos quedando bien el uno con el otro cada vez que
coincidíamos, y su lógica reacción sería mandarme a la mierda. Iba a parecer
que mi única intención era la de putear, y yo no quería eso. Quería
explicárselo de tal forma que pareciese que era de todo menos un capricho. Y
eso era difícil, obviamente. Decidí andarme sin rodeos y contárselo como era (o
casi). Pensé que nuestra amistad lo merecía. Quedé con él y le dije que llevaba
mucho tiempo pensando en su ex-novia, y que tenía la intención de pedirle
salir. Le explique que podía parecer algo ruin pero que en la vida no hay que
perder nunca la oportunidad de conocer a alguien especial por muy ex-novia de
un colega que sea. Le dije que me sentía muy solo y que tenía el presentimiento
que esa chica era la idónea para mi. También le conté que me sentía mal conmigo
mismo, ya que me parecía una especie de traición hacia él. Le juré que todo
llego de repente, sin saber como. Supuse que, con esa explicación y como buenos
amigos que somos, él me diría que no pasaba nada y que no le iba a molestar que
un buen amigo suyo saliese con su ex-novia, y menos si le gustaba de verdad. Lo
que no supuse es que el cabrón me conociese tanto como yo a él, o incluso más,
y que no solo no se tragase nada de lo que yo decía, si no que tuviese la frase
perfecta para que su ex-novia pasase de ser mi amor platónico, a ser una de las
tías que mas grima me daba en el mundo entero. Solamente me dijo esto: “La tía
no folla”. Es curioso lo efímeros que pueden llegar a ser los caprichos. Lo
bonito de esta historia es que, tiempo después, la chica se enamoró de un
argentino y se fue a Buenos Aires a vivir. Entonces, mi amigo me contó que lo
que me dijo era mentira, que la tía era una autentica fiera en la cama. No me
quedo otra que darle las gracias por aquella clase magistral de amistad.
Posdata: Un profesor en cada colega.