6- FALSA ARMONÍA -HOMENAJE AL ZM-

La gente dice que las mentiras que cuentas dicen mucho más de ti que cualquier otra cosa. Se pueden llegar a descubrir tus deseos más sucios, intereses, fantasías, secretos y toda clase de detalles íntimos ocultos tras esa manta de ironía, engaño y, a veces, hasta humor. Sinceramente, yo nunca he sido capaz de captar absolutamente nada sobre nadie mientras me esta contando algo. Para mí, la única forma que existe de conocer en profundidad a una persona es preguntarle directamente que bares frecuenta. Y si contesta que el Zm (antes Zurriola Marítimo y ahora People) es uno de ellos, no necesito saber nada más, ya que no existe respuesta más reveladora. El Zm ha sido durante muchos años el lugar de los olvidados, el bar de después, el plan B, etc. No importaba que fuese tarde, siempre era pronto para el que estaba perdido. Cuenta la leyenda que hubo una temporada en la cual solo servían whisky, el espirituoso de la reflexión, para que, mientras bebías, te preguntases a ti mismo qué cojones estabas haciendo con tu vida. A mí me ha pasado muchas veces, sin saber a donde ir y sin gozar de la simpatía de muchos "seguratas" de Donosti, que en su día me invitaron a abandonar sus locales. En esos oscuros momentos, una bombilla con forma de Z se iluminaba en mi cabeza y en la de mis acompañantes, los diablos, y poníamos rumbo hacia Gros. Hay algo que siempre he respetado de este sitio; si pagabas, entrabas. Algo que no ocurre en otros lugares. Así de fácil. Sentía un cosquilleo muy especial y emotivo cuando apoquinaba los 12 euros de la entrada (más consumición). Una vez dentro, era como estar en casa. Es un bar que siempre ha estado a la altura de la gente que lo frecuentaba, a la que le encantaba estirar un poco mas la noche. He visto llegar el alba en numerosas ocasiones a través de esa cristalera, mientras, sonriendo lascivamente, me pedía mi enésimo Rémy Martin. El ambiente, también a la altura, era muy familiar: meretrices, banqueros, guardia civiles, travestis, ludópatas, etc. Realmente, ningún pero. Pero lo bueno siempre se acaba. Ahora, no solo le han cambiado el nombre, han matado su espíritu y han disfrazado su alma. Va más gente, sí, pero han perdido la exclusividad y el estatus que tenían y que tanto les costó conseguir. Ya no es lo mismo. Y seguramente nunca lo volverá a ser.

Posdata: Dime en qué bar bebes y te diré quién eres.