9- ANTONIO GLADIS A.K.A THE ROPE-WALKER

He recibido numerosos emails (txentopertxento@gmail.com) de gente preocupada por el estado de Antonio. Lo que más me ha sorprendido es que un número muy alto de personas ya lo conocían, e incluso lo califican como una leyenda viva de Donosti. Desde aquí quiero informar que no fue más que una leve subida de tensión y que esa misma tarde lo bajaron a su chamizo. Ya que el interés ha sido tan alto, y para aquellos que todavía no lo conocéis, os hablare un poco de él:

Hijo bastardo de un Bluesman de Egia, más conocido por sus perdidas de control en bares de mala muerte que por sus éxitos al saxo, al pequeño Antonio le tocó crecer con su madre, con la que aprendió a valorar a las mujeres, en especial a las solteras. Tras pasar sin pena ni gloria por numerosos colegios e institutos, Antonio decidió estudiar filosofía y ahí todo cambio. Durante la carrera, e inspirándose en los jueves universitarios, escribió dos ensayos: ‘Besos de Cocaína’ y ‘Copas con Trampa’, por los que fue tachado de misógino, homófobo y racista. Sin oportunidad, ni voluntad, de retractarse, fue expulsado de la UPV. Sabedor que, tras estos acontecimientos, no encontraría trabajo por aquí y habiendo rechazado suculentas ofertas para trabajar de tertuliano, decidió irse un tiempo fuera. Fueron solo cinco años, pero los exprimió. “Andorra es como vivir en otro mundo”, es lo que él siempre dice. Ya con las ideas claras, regresó para ser profeta en su tierra. Volvió loco a unas cuantas ETTs hasta que, a las dos semanas, le consiguieron un trabajo como "puerta" en una conocida discoteca Donostiarra. Contratado en un primer momento por su fama de organizar salvajes cenas de empresa, que solían acabar en orgías coprófagas y con amputaciones de miembros innecesarios, Antonio, pese a que nadie daba un duro por él, no tardó ni dos días en meterse a los jefes en el bolsillo. Lástima que el trabajo solo le durase un mes, ya que su extraña adicción al prozac le hacía ponerse muy agresivo con los clientes. No le quedo otra que volver a casa con su madre, con la que todavía sigue. Él no se cansa de repetir que no es un mantenido y yo le defiendo. Su paga ronda los trescientos euros al mes.

Es todo lo que he averiguado sobre este tipo. Si algún día os lo encontráis, darle recuerdos de mi parte. No es difícil dar con él, siempre va gritando esta frase: “La vida es como una ensaladilla rusa, asquerosa”.

Posdata: La elocuencia de la nada.